La aurora de dedos rosados rasgó, con sus muertos, el levante. Amanecía y ya, tan de buena mañana, 42 grados centígrados con todas sus sílabas. Ni los aparatos ni la red daban a basto. Los desmayos en la oficina se sucedían sin mucho orden: ora 20' de normalidad ora tres bajas en un breve lapso.
Un día propicio para que emergieran espontáneamente mis superpoderes.
A las 15.00 acaba el día laboral. Un sol vertical y enemigo taladraba asesino los cráneos y chamuscaba los cerebros, los pies, las manos, el asfalto... No había escondite posible. Temperatura: 71 grados. 6 centímetros de sombra derretida adheridos a la pared... y entonces se revelaron. Y desde entonces visto de verde y con los calzones por fuera, ahora soy, llamadme así, lagartijoman.
martes, 10 de junio de 2008
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2 comentarios:
Jejeje, muy propicio para esta época estival!
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