lunes, 13 de octubre de 2008

Gertruñis, la caca.

Había una vez una caca huérfana que se llamaba Gertruñis. Gertruñis vivía en un cuadrado de acera en la calle Tal, llevaba una vida muy sedentaria y era muy coqueta. Era una caca fresca, lozana y llevaba una florecilla de azahar de solo dos pétalos sobre su ápice a modo de lacito coqueta, porque como se ha dicho, Gertruñis era muy coqueta. También se ha dicho que era muy sedentaria, tanto lo era que nunca se había movido de aquel cuadrado de acera húmedo y umbroso. Era umbroso porque estaba al pie de un naranjo urbano, que no era ni lozano ni frondoso, porque le acuciaba una pertinaz enfermedad fungosa que le tenía la copa empobrecida. Pero eso no le importaba a la caca coquetuela porque a) daba suficiente sombra y b) tenía otro asunto del que preocuparse, a saber, ¿cómo había llegado a ese cuadrado de acera y porqué estaba tan sola?


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